Tomás E. Di Ció: "El desafío de los socios es interpretar las necesidades e intereses de los jóvenes"

Tomás E. Di Ció / Cortesía
Tomás E. Di Ció / Cortesía
El abogado argentino considera importantes las habilidades que permiten contribuir al desarrollo de la firma como negocio
Fecha de publicación: 18/03/2019

Se unió como asociado de Allende & Brea en el año 2011 y es asociado actualmente en el departamento de Derecho Corporativo. Tomás E. Di Ció escogió esta práctica por  la oportunidad que le dio la firma entonces y por unir el ejercicio del derecho al mundo de los negocios.

Comenta sobre su visión de la profesión, desde el punto de vista generacional, en La firma y los millennials.

—¿Cómo llegó hasta el área de práctica donde está desarrollando su carrera? ¿por qué decidió esa especialidad frente a otras?

—Luego de recibirme como abogado, comencé un proceso de búsqueda laboral en el que, asimismo, intenté definir en qué área del derecho iba a enfocarme. En ese momento, un amigo que trabajaba en Allende & Brea envió mi currículum a un socio del estudio. Fui convocado a una entrevista.

Ya en la entrevista los socios me informaron que estaban buscando un abogado para el sector de derecho corporativo.

Recuerdo que, aún sin saber demasiado de qué se trataba, el derecho corporativo me pareció un área particularmente interesante. El motivo radicaba en que iba a poder estar en contacto con los negocios y con el mundo transaccional en general, algo que siempre llamó mi atención.

Además, al prestar un asesoramiento general a los clientes, iba a poder trabajar en temas variados, lo que me parecía muy importante para el inicio de mi carrera profesional. Por eso, decidí aceptar la propuesta.

¿En qué aspectos ha cambiado su visión de la profesión legal desde que egresara de la universidad hasta este momento? ¿Es trabajar en una firma tal y como lo imaginaba cuando era estudiante?

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—Mi padre abogado trabajó como socio de un estudio jurídico grande durante muchos años, por lo que no puedo decir que me sorprendiera demasiado la profesión en la práctica. Tampoco me ha sorprendido mucho el experimentar cómo es trabajar en un bufete grande.

Sin embargo, sí puedo decir que con los años llegué a advertir que muchas veces los clientes no buscan únicamente una asesoría legal, como pensaba en la Universidad. Los clientes también buscan ayuda en el diseño de una estrategia para una transacción en particular o para aspectos concretos de su negocio. Hoy advierto que cuando eso sucede, el abogado tiene la oportunidad de dejar de ser simplemente un prestador de servicios externo para pasar a tener un rol más relevante y central.

—¿Cuáles son sus metas en Allende & Brea en este momento?

—Seguir desarrollándome y continuar trabajando en temas interesantes y variados que me hagan cada vez mejor abogado. Creo que hoy puedo lograr eso aquí.

Lo cierto es que me siento muy cómodo en el ambiente de trabajo de la firma, por lo que puedo proyectarme trabajando en este lugar durante muchos años más.

—¿Cuáles son sus herramientas de tecnología legal favoritas? ¿Cómo le ayudan en el desempeño de su trabajo?

—Mi herramienta de tecnología legal favorita es, sin duda, la de archivo de documentos digital. Este software condensa, en una sola base de datos, todo el trabajo del estudio realizado durante los últimos años, desde que se implementó el sistema hace más de 10.

Eso ayuda a los abogados y pasantes a ser ordenados a la hora de archivar los documentos, lo que a su vez hace que se ahorre mucho tiempo cuando buscamos antecedentes de un tema. Además, cuando nos involucramos en nuevos asuntos, la herramienta permite buscar modelos para tomar como referencia o sobre los cuales trabajar de forma rápida y eficiente.

—¿Qué sinergias se pueden producir entre el abogado latinoamericano y el abogado anglosajón? ¿Qué tiene uno que aprender del otro?

—La respuesta implica una generalización, por lo que puede que lo que diga aquí no aplique en todos los casos.

Diría que, en términos generales, los abogados anglosajones suelen ser profesionales muy bien preparados desde el punto de vista técnico, sobre todo en las áreas específicas del derecho a las que se dedican. Además, generalmente trabajan con herramientas (legales y de otro tipo) más avanzadas que la mayoría de los abogados latinoamericanos, lo que les permite prestar un servicio de excelencia a los clientes y hacerlo con mayor facilidad.

Por otra parte, creo que los abogados latinoamericanos muchas veces no se dedican a un área exclusiva del derecho, sino que trabajan en un espectro más amplio de temas. Esto les ayuda a conocer muy bien varias áreas del derecho, lo cual les da un panorama bastante amplio de la profesión, algo que en ocasiones resulta muy útil.

Asimismo, tal vez por la propia idiosincrasia de los países latinoamericanos y del funcionamiento de los sistemas legales en tales países, los abogados latinoamericanos tienen un buen conocimiento de la aplicación de las leyes en la práctica en los países de la región. Gracias a ello, están preparados para lidiar con temas que usualmente exceden lo que muchos abogados anglosajones acostumbran a ver en su práctica.

En mi opinión, el abogado latinoamericano puede servirse del anglosajón como ejemplo de cómo brindar un servicio de excelencia en los tiempos que corren y como modelo a seguir en innovación y avances tecnológicos. Por su parte, el abogado anglosajón puede servirse del latinoamericano para comprender ciertos aspectos del mundo del derecho, del asesoramiento a los clientes que exceden lo estrictamente legal y de la aplicación literal de las normas.

—¿Qué habilidades que no se aprenden en la escuela de derecho necesita el abogado de hoy?

—Contar con una faceta comercial y cualidades de networking cada vez más desarrolladas. Eso es algo que no se aprende en la escuela. Una prueba de la importancia de estas habilidades es que cada vez más estudios tienen un departamento de desarrollo de negocios. Muchas firman entienden que hoy no basta con prestar un servicio de excelencia.

También pienso que, cada vez más, va a ser necesario tener acceso a ciertas aplicaciones que ayuden a los abogados a realizar presentaciones más interactivas y atractivas para los clientes.

En general, los clientes no tienen tiempo de leer memos largos, sobre todo en el caso de funcionarios con gran poder de decisión dentro de una estructura multinacional. Si un abogado puede hacerse entender o explicar una idea con una simple presentación gráfica, logrará llegar a su cliente de una forma diferente a la habitual y se mostrará mucho más atractivo e interesante frente a sus clientes.

—Por último, ¿qué es lo que más une y lo que más separa a su generación de la generación de socios en la firma? ¿Qué opina de la mentoría? ¿Hay algún abogado o abogada que actualmente considere como su mentor o referente en la profesión?

—Los socios de Allende & Brea pertenecen a una generación joven, lo que les permite estar, naturalmente, mucho más cerca de los asociados que en el caso de socios de otros estudios. Se ve un interés, real y concreto, por desarrollar el estudio, innovar y crecer. Estas son cualidades que atrapan a los más jóvenes, sobre todo en el mundo del derecho, donde la innovación y los avances —a veces— tardan mucho en llegar.

Más allá de eso, las nuevas generaciones de abogados asignan cada vez mayor relevancia al aquí y al ahora. También a cómo es su trabajo en el día a día. Por esa misma razón, muchos abogados jóvenes no se muestran demasiado preocupados por definir si quieren hacer carrera en la firma o no, o qué va a ser de su futuro.

El desafío de los socios es interpretar las necesidades e intereses de los jóvenes, que no tienen exactamente los mismos intereses que los de antes. Al lograr esto, seguramente podrán mantener a los talentos interesados en el trabajo y en la vida que el estudio tiene para ofrecerles.

En cuanto a la mentoría, pienso que es una herramienta muy útil para que los asociados puedan conectarse con los socios, discutir planes de carrera y plantear inquietudes en un ambiente de confianza.

En mi caso, si bien tengo un mentor asignado, lo cierto es que me siento suficientemente cómodo para hablar con varios socios con los que trabajo mucho (entre ellos, mi mentor). En particular, hay un socio con el que trabajé mucho en los últimos años que tomo como referencia y con el que intercambio constantemente inquietudes e ideas en relación a mi carrera, al estudio y a la profesión en general.

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