¿Cómo regular las tecnologías y el espacio digital? Anotaciones de Xavier Careaga, de Meta

La moderación de contenido es uno de los temas más desafiantes actualmente. / Crédito: Jesús Romero.
La moderación de contenido es uno de los temas más desafiantes actualmente. / Crédito: Jesús Romero.
Frente a las lagunas para resolver litigios o dar asesorías: la ley es una herramienta del derecho, pero no es la única.
Fecha de publicación: 04/06/2023

 “A la profesión le incomoda la tecnología y esto no tiene mucho sentido porque la tecnología siempre ha estado y va a estar presente”, dice Xavier Careaga, abogado experto en derecho de la tecnología, que durante 6 años se desempeñó como Associate General Counsel Litigation & Regulatory Spanish LATAM en META. 

Desde antes de la creación de la imprenta en 1450 por Johannes Gutenberg, pasando por la invención de la radio en 1897 y hasta llegar a los inicios del Internet a mediados del siglo pasado, la tecnología siempre ha estado expuesta a la controversia. Aunque su móvil principal es ofrecer beneficios para los seres humanos, es habitual que existan reservas ante la aparición de nuevos sistemas que vienen a cambiar las dinámicas tradicionales.

LexLatin conversó con Xavier Careaga para hacer un recorrido —desde su carrera profesional— sobre cómo, en qué momento y bajo qué circunstancias deberían publicarse marcos regulatorios, considerando que el espectro tecnológico-digital es global. ¿Cómo puede funcionar una norma que aplica solo para un territorio? y, de otro lado, ¿cuáles son los principales retos de las empresas de tecnología y cómo deberían abordarlos?


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Evolución

¿Cómo describirías la evolución del derecho de la tecnología en primera persona? 

Xavier Careaga. Me interesé por el derecho de la tecnología cuando aún estudiaba la licenciatura. Quizás por influencia de mi padre, quien es asesor financiero en empresas de tecnología, y siempre se preguntaba —a modo de queja—  ¿por qué no hay abogados que entiendan de tecnología? 

Y es cierto. Para los abogados, en general, es incómoda la tecnología y hasta la rehúyen. Para mí esto no tiene ningún sentido porque si alguna constante tenemos es que la tecnología siempre va a estar presente, aunque sea en un mínimo grado.

Desde entonces, como estudiante, comencé a especializarme en el Derecho de la Tecnología, de forma progresiva. Uno de los primeros hitos en mi carrera fue cuando me uní a Baker & McKenzie, bajo la mentoría de Sergio Legorreta, que en ese momento era socio de la firma, enfocado en Tech & Venture Law, y Carlos Vela, que hoy en día es Head of Technology, Media & Telecommunications Practice de B&M. 

Ellos tenían como clientes a grandes empresas de tecnología y, para un abogado que apenas comenzaba su carrera profesional, era como un sueño hecho realidad poder sumergirme de lleno en la industria. Ellos me retaban, me empujaban a investigar y confiaban en mi criterio, a pesar de la poca información que había disponible en ese momento (cerca de 2010). 

Otro hito, sin dudas, fue ser parte de META (antes Facebook) y ejercer dentro del equipo de litigio y regulatorio para Latinoamérica. Mi grupo de trabajo durante esos años estuvo conformado por Mila Vio, entonces directora regional y mi manager, y actualmente socia de 3C LAW  Corrêa, Camps & Conforti Advogados; y posteriormente con Diego Spinola, el actual director regional, Marco Rizzo, mi manager directo y José Escalante, mi compañero de batallas. Todos ellos fueron una influencia inmensamente positiva en mi paso por META.


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¿Cómo resolvían las consultas o se preparaban ante los litigios de estos clientes de industrias involucradas con la tecnología?

Es una pregunta que sigue muy vigente. Muchas veces me llegan comentarios como ‘la ley no dice nada’. Y mi respuesta es ‘la ley no va a decir nada en el futuro previsible’, porque, ciertamente, la tecnología avanza mucho más rápido que el derecho. 

Se pierde de vista que las leyes son solo una pequeña parte dentro del gran universo que es el derecho. Es decir, la ley es una herramienta, sí, pero no es la única. Hay otras herramientas en las que no se suele profundizar, como es el caso de las analogías. 

Un ejemplo de una analogía es el de la radio vs el Internet. La radio se creó 100 años antes que el Internet y, aún así, se pueden dibujar paralelismos muy interesantes entre ambas tecnologías. 

Otras herramientas son el derecho comparado, tanto normas positivas como jurisprudencia, y prácticas de la industria, entiéndase como definición de estándares.

Un ejemplo sobre esto último es el “https:www”, un estándar diseñado por ingenieros para crear un lenguaje común que sirva para comunicarse globalmente. Y, aunque cada país tiene sus propias leyes, es difícil que un ente regulador busque cambiar ese estándar. Entonces, esta arquitectura propia que tiene el Internet es muy relevante al momento de tomar decisiones jurídicas. 

Ante la tecnología global, la autorregulación

¿Cómo es posible abordar las múltiples jurisdicciones que atraviesan el Internet en empresas como META?

Si imaginas distintas jurisdicciones (los 195 países) frente a una empresa que busca dar un servicio global, te das cuenta de que el negocio no es escalable. Cualquier empresa que quiera ser global y dedicarse a la producción de contenidos en Internet tiene que poner una línea, pero ¿en dónde está esa línea? Es muy difícil dibujarla.

Las empresas como META han buscado asesorarse con grupos de expertos (juristas, ONG, académicos) para lograr consensos y -así- definir estándares, en nuestro caso, las normas comunitarias.

Por otra parte, META creó el Oversight Board, una especie de gobernanza externa e independiente para analizar casos y evaluar si las normas comunitarias se aplicaron correctamente sobre moderación de contenido. 

El Oversight Board está conformado por un grupo de expertos, culturalmente diverso, que contempla a todas las regiones del mundo. 

Cada región tiene sus especificidades respecto de los temas que son sensibles en términos de contenido. Por ejemplo, en el mundo islámico, la blasfemia es un tema delicado. Lo mismo ocurre en Europa con los temas relacionados con terrorismo. 

El Oversight Board tiene una naturaleza muy sui generis y todas sus decisiones son vinculantes para META.

Al respecto de las reglas comunitarias, ¿hacia dónde apunta el camino legal en la moderación de contenido? 

La moderación de contenido es uno de los temas más desafiantes actualmente. META hace las reglas de cómo quiere que sus usuarios se comporten, pero dichas normas son contractuales. 

META no puede determinar si un contenido viola algún derecho porque ese trabajo le corresponde a los jueces. Lo que sí puede hacer META es un “enforcement” de sus propias reglas y colaborar con las autoridades judiciales o administrativas en el cumplimiento de la ley. 

Por ejemplo, en términos de privacidad de datos, META refuerza de manera sistemática sus políticas de privacidad con nuevas iniciativas. En enero de 2023, la empresa publicó su tercera Actualización de Progreso en Privacidad, que demuestra las últimas mejoras técnicas y operativas. Este año se incluyeron detalles sobre la gobernanza de privacidad, controles de privacidad para las personas y soluciones innovadoras como infraestructura de privacidad.

Adicionalmente, se lanzó el Centro de Privacidad para que las personas puedan aprender más sobre el enfoque de META hacia la privacidad de sus aplicaciones y tecnologías. 

En noviembre de 2022, la empresa presentó actualizaciones de Facebook e Instagram para proteger aún más a los adolescentes en línea.


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Feudalización del Internet

¿Es posible correr el riesgo de una sobreregulación en el área de la tecnología?

El riesgo es pensar que la única forma de regular es por la vía gubernamental. 

El propósito de una regulación es cambiar el comportamiento de las personas. Por ejemplo, para lograr que la gente deje de fumar, no solo se puede dictar una ley que prohíba hacerlo en ciertos espacios. También se pueden hacer campañas de concientización o crear una política de no fumar en edificios de oficinas.

El problema es que cuando se trata de regular cosas novedosas, se desconoce cuál es la combinación de elementos que puede ser exitosa para cambiar el comportamiento de las personas en la dirección deseada. Ese desconocimiento puede provocar una sobreregulación.

En el caso de Internet, por mencionar una tecnología, no se ha logrado entender su alcance global. Los Estados que dicen ‘aquí lo que gobierna es mi ley’ no están tomando en cuenta que el Internet no tiene fronteras físicas. En ese momento, se produce una ‘feudalización del Internet’. 

En otras palabras, lo que busques en Internet va a depender —en gran medida— de la jurisdicción en donde te encuentres. Esto pasa por alto la promesa del Internet: sin importar el lugar donde estuvieras, podrías tener acceso al conocimiento de la humanidad entera.


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Panorama de la región

¿Cuáles son los aciertos y desafíos que visualizas en América Latina en términos de regulación tecnológica?

Latinoamérica tiene muchos retos, pero también tiene aspectos positivos. Contamos con una ventaja lingüística que permite intercambiar ideas de forma más fluida que otras regiones, como Europa y Asia. 

Latinoamérica sigue principalmente a Europa en temas de regulaciones de tecnología, pero el problema no es “copiar”, sino entender que para que Europa llegara allí tuvo que haber pasado por varias discusiones. El error es tratar de implementar una regulación sin saber cómo se llegó a ella y que luego esa norma no haga eco con su propio ordenamiento jurídico y su propio ecosistema de empresas de tecnología. 

¿Cómo se aporta valor a una solución desde la abogacía?

Estamos en un momento en que el Internet, como otras tecnologías como la Inteligencia Artificial, incide en todas las ramas jurídicas. Hoy en día hasta el derecho familiar ha sido impactado por los avances tecnológicos.

Entonces ya es imperativo que todos los abogados, sin importar a qué se dediquen, tengan una relación profunda con la tecnología.

A mi juicio, eso es lo que está faltando. Ya sea que los abogados actúen desde el sector privado, público o desde la academia, todos necesitan inmiscuirse en cómo funciona la tecnología y cómo les impacta en el rol que ejercen como juristas. 

La tecnología no reemplaza personas, sino funciones que son ineficientes.

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