Recomendaciones fiscales al momento de establecer un startup en el Perú

Desde hace algunos años es usual enterarse de pequeños emprendimientos empresariales vinculados a desarrollos tecnológicos (denominados startup), que irrumpen en el mercado generando un crecimiento exponencial. Sin embargo, lo que en principio podría generar una gran expectativa para el empresario emprendedor, muchas veces podría terminar siendo una realidad desalentadora, al tener que enfrentar los avatares de la formalidad, entre ellos, los tributarios.

En efecto, hoy es imposible pensar en un negocio exitoso, o con cierta proyección, si no tomamos en cuenta las obligaciones tributarias. Es por ello que cualquier emprendedor debe tomar en consideración que, más allá del tipo de empresa por el que opte (negocio independiente o sociedad anónima, en cualquiera de sus formas), en todos los casos tendrá que sujetarse a los regímenes tributarios existentes y cumplir con las formalidades que ellos imponen.

Hace ya varios años, con la finalidad de simplificar el acceso a la formalidad, además del régimen general en el que se encuentran todas las grandes empresas, se establecieron dos regímenes tributarios especiales denominados Régimen Especial de Impuesto a la Renta (RER) y Nuevo Régimen Único Simplificado (RUS). Lamentablemente, los referidos regímenes especiales no siempre han sido una solución, pues tienen una serie de limitaciones y no aplican a empresas cuya actividad esté vinculada al sector informático y a la asesoría empresarial. En este sentido, la única via que queda para este tipo de emprendimientos es acogerse al régimen general de impuesto a la renta.

Esto significa que a este tipo de empresas les aplicaría la tasa de impuesto a la renta empresarial de 28%, y que deben cumplir con todas las obligaciones formales que se desprenden de las normas tributarias.

No se debe perder de vista que el sistema tributario peruano prioriza -en muchas situaciones- los aspectos formales antes que los de fondo. Ciertamente, es común ver en muchas de las revisiones tributarias que las autoridades imponen sanciones por hechos aparentemente menores, tales como no tener legalizado un libro contable o no contar con los documentos que sustenten los gastos realizados por las empresas.

Es en esa línea que aquel empresario emprendedor que inicia un startup, deberá, además, tener en cuenta que la referida aventura empresarial lo obliga no solamente a hacer viable el negocio desde una perspectiva tecnológica y comercial, sino también a preocuparse por los aspectos tributarios de la nueva empresa.

Buscando el lado positivo al tema, y con una visión más optimista, podríamos decir que el tener una empresa ordenada y que cumpla con los estándares tributarios exigidos, debe ser visto como una parte de la inversión y no necesariamente como un gasto absurdo. En efecto, una empresa ordenada constituye un vehículo con mayor atractivo para nuevos inversionistas y, quién sabe, más adelante, un posible comprador. No se debe olvidar que, en el mundo de los startups, es común la búsqueda de inversores ángeles o mecenas empresariales. Estos inversionistas profesionales suelen optar por invertir su dinero, no solamente en ideas innovadoras y con potencial, sino también en vehículos seguros, ordenados y que les permitan fiscalizar con facilidad su inversión.

Es en este escenario que, sin importar el modelo societario elegido, la recomendación para aquellos emprendedores que aspiran atraer futuras inversiones es asesorarse desde el inicio, contar con un contador capacitado y nunca olvidar que una empresa es un órgano distinto a los socios que la conforman, por lo que debe mantenerse siempre su independencia.