La sede venezolana de Baker McKenzie (que hace un año experimentó la partida de cuatro socios) celebró con un cóctel los 63 años que han trabajado en el país, luego de que abriera en Caracas, en 1955, su primera oficina fuera de los Estados Unidos. Esto convirtió a Baker McKenzie en la primera firma global en abrir una sede en Latinoamérica, con el propósito de ayudar a las compañías a comprender la región.
En el evento, los once socios de la firma -y otros miembros- compartieron con un centenar de clientes. Paralelo al cóctel aniversario se realizó el seminario Oportunidades en tiempos de crisis: Optimizando su gestión empresarial en el marco legal local y global vigente, encabezado por los abogados de la oficina.
Ronald Evans, socio director de Baker McKenzie Venezuela, y Jaime Trujillo, regional chair, dieron la bienvenida al seminario. Allí se habló, entre otros temas sobre los acuerdos de protección de inversiones bilaterales y arbitrajes internacionales y locales (estos últimos como un medio para resolver litigios en Venezuela), desarrollos en el área tributaria y los posibles efectos de la reciente reforma tributaria en EE.UU. sobre inversiones de venezolanos en ese país y una previsión de lo que se espera para el resto de 2018 en el área laboral.
En la celebración, tanto Trujillo como Evans, resaltaron el compromiso de la firma dentro de Venezuela ya que, de acuerdo con el regional chair, “pese a las dificultades económicas y políticas actuales, nuestro rol sigue siendo el de proporcionar asesoría legal de primer nivel a la comunidad de negocios de Venezuela”.
Lo que para Evans significa que “la firma está claramente enfocada en brindar la asesoría legal necesaria para asistir a sus clientes en la obtención de sus objetivos comerciales y de negocios, ayudándolos a navegar exitosamente temas legales de alta complejidad”.
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