En el año 2017 dediqué más de dos mil horas a mi trabajo. Litigios comerciales, procesos concursales, arbitrajes, asesoramiento y demás. Sin embargo, ante la pregunta sobre cuál pudo haber sido el caso del año que más contribuyó a mi formación como abogado, fue sin dudas un tema pro-bono. Mía se llama la niña a quien, junto a mi equipo, ayudamos a conseguir su tan necesitada silla de ruedas. No hablamos de una silla cualquiera, no, no…, es una silla especial que Mía necesitaba con urgencia por su patología. No puedo describir la inmensa alegría y la emoción que sentimos en ZBV cuando le dimos la noticia a sus padres de que habíamos logrado la orden judicial para que Mía se hiciere de su tan preciada silla. Pero eso no es todo, lo mejor sin dudas fue ver a Mía personalmente usando la misma, sonriendo y agradeciendo, a su manera por supuesto, todo lo que pudimos hacer por ella. Gracias Mía y gracias Papás por permitirnos ayudarlos desde nuestro lugar. Gracias por sus sonrisas, sus lágrimas y sus abrazos. Gracias por esta recompensa a nuestras almas. Espero que estas palabras sirvan para que muchos colegas se animen a hacer pro-bono y ayudar a muchas 'Mía' más. Después de todo, de eso se trata, de hacer justicia por los que más nos necesitan. Anímense. El regocijo es inmenso”.
Rodrigo Bustingorry es el autor del texto supracitado, bajo el título: “Pro-bono. Recompensa para el alma”. Es socio de Zang, Bergel & Viñes Abogados desde el año 2012 y pertenece al bufete desde 2009.
Como integrante de la comisión Pro-bono de la firma y especialista en solución de controversias, arbitrajes, litigios civiles y comerciales, atendió el caso de Mía, una niña de siete años de edad que tiene una patología llamada hipotonía, la cual provoca la disminución de la tensión o del tono muscular así como la pérdida de la tonicidad de órganos. Debido a su condición, “la empresa de medicina prepaga a la cual estaba afiliada Mía puso su disposición una silla con menores prestaciones a las prescriptas por su médico tratante. Ello, en el entendimiento que la silla ofrecida cubría las necesidades de Mía”, relató la firma.
“Sin embargo, según las indicaciones médicas, Mía necesitaba una silla con prestaciones diferentes y mejores para garantizar su rehabilitación y desarrollo social. Ante la negativa de la empresa de medicina prepaga, nuestro equipo de Probono -a través de una acción judicial de Amparo-, obtuvo una medida cautelar, luego devenida en sentencia definitiva, que ordenó la entrega de la silla de ruedas indicada por el facultativo”, puntualizó.
Carolina Zang, socia administradora de ZBV, lidera el equipo pro-bono de la firma, conformado por tres miembros del bufete y un coordinador permanente en la Mesa de Coordinadores de la Comisión. Zang integra la Mesa Directiva de la Comisión de Trabajo Pro-bono e Interés Público del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, entidad que dirigió el caso de Mía a ZBV.
La firma dedicó en 2017 unas 800 horas al trabajo pro-bono y asegura que “este año vamos por más”. ¿Por qué? “La política Pro-bono es parte esencial de nuestro ADN como firma de servicios jurídicos. Asesoramos a OSC (Organizaciones de la Sociedad Civil) desde los orígenes del Estudio como así también a personas físicas en situación de vulnerabilidad (…) Desde ZBV estamos muy comprometidos en el desarrollo de un sistema legal justo y equitativo que permita el acceso a la justicia y la protección de las necesidades jurídicas básicas y de los derechos fundamentales de quienes más los necesitan”, respondió el bufete.
}
Add new comment